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domingo, 4 de febrero de 2007

Mi testimonio personal


Carlos Aracil Orts


Versión 04-02-07


Voy a tratar de compartir con vosotros mi actual vivencia del evangelio de nuestro Señor Jesús. Para que me podáis comprender mejor haré una breve radiografía de mi alma.


Hasta hace poco no he sabido gozar de la vida y apreciar el don de Dios. Mi vida ha transcurrido de forma anodina, muy centrado en mi mismo, en mis problemas psicosomáticos, con cierta tristeza que ha sido constante a lo largo de toda mi vida, infancia, adolescencia y adulto, con mucha necesidad de amigos y de afecto. Sin embargo, esas necesidades, que yo echaba tanto en falta, nunca fueron satisfechas, al contrario, durante la infancia fui objeto de lo que ahora se suele llamar acoso escolar, por los compañeros de clase. También sufrí fuertes y humillantes agresiones en mi infancia, por algún que otro niño de mi pueblo, que sin saber por qué me odiaba, lo que sin duda me perjudicó para poder tener en adelante, una relación normal con los demás.


Cuando tenía unos 30 años mi esposa y yo conocimos la iglesia cristiana adventista del séptimo día, recibimos estudios bíblicos y nos bautizamos en junio de 1975. Transcurrieron 28 años de mi vida, hasta el año 2003, en que abandoné esa iglesia, que no ayudaron nada a aliviar mis problemas emocionales, miedos y temores, sino que por el contrario contribuyeron a hacerme más triste si cabe, puesto que aun cuando no era del todo consciente, la enseñanza de guardar el sábado del Decálogo con todas sus prohibiciones, así como frecuentes sermones con énfasis en la ley, crearon una atmósfera de legalismo, y de inseguridad en la salvación, que dificultaron o hicieron imposibles unas sinceras relaciones fraternales de amistad y de progreso en el amor cristiano.

Ahora tengo una nueva perspectiva del evangelio. Me reconozco pecador, aprecio las buenas nuevas de salvación, como un don gratuito en Cristo Jesús, y confío solo en la gracia de Dios, sin las obras de la ley. Tengo paz con Dios, pues por fe creo que he sido justificado, hecho justo, por la sangre de Jesús, y por sus méritos. Sé que soy débil, y muy vulnerable, pero también sé que Dios muestra su poder cuando somos débiles no cuando nos creemos fuertes y nos envanecemos o gloriamos en nosotros mismos.

Gracias doy a Dios que la salvación no depende de nosotros, de las buenas obras que hagamos, de lo muy hábiles, inteligentes, astutos y fuertes que seamos, sino que Dios escogió a los débiles para avergonzar a los que se consideran fuertes:


1 Cor. 1:27-32


27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. 30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 32 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.


2 Cor. 12:7-10


Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.


10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.


Ahora creo firmemente en:

La Seguridad de la Salvación


Todo el que acepta a Jesús como su salvador personal, es hecho justo e hijo de Dios. Es nacido de nuevo, una nueva criatura en Cristo Jesús, y, por tanto, no puede dudar que ya sea salvo, pues sería dudar de la Palabra de Dios. Esa seguridad de que nuestra salvación no es un hecho que se realiza en el futuro sino que ya es una realidad para todo aquel que cree produce una gran paz mental y bienestar espiritual.


Existen muchos textos en la Biblia que fomentan esa benefactora seguridad de la salvación, que no radica en nosotros sino en Dios. Sólo citaremos unos pocos pasajes de la Sagrada Escritura que nos lo confirmen. Precioso y confortador lo que expresa el gran apóstol Pablo en:

Romanos 8:28-39:


28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.


31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.


35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.


37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.


Igualmente importante es la seguridad que nos dan las mismas declaraciones de nuestro Señor Jesús en el evangelio de San Juan:


Juan 5:24.


24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.


Juan 6:47, 48


“47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida.”


1 Juan 3:14


“14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.”


1 Juan 5:11-12


“11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. 12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”


El Nuevo Testamento son las buenas nuevas de salvación que todos podemos experimentar en nuestras vidas:


Debemos creer que desde el instante en que aceptamos a Jesús como nuestro salvador personal se producen en nuestras vidas los siguientes cambios beneficiosos:


-Somos librados de las tinieblas y trasladados al reino de su amado Hijo.


Col. 1:12-13.


12 con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; 13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”


-Tenemos paz con Dios.


Romanos 5:1


“1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;"


- Somos reconciliados con Dios


Romanos 5:10


“10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida


-Nuestro viejo hombre ha sido con Cristo crucificado.

Romanos 6:6


“6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.”


- Podemos considerarnos muertos para el pecado.


Romanos 6:11


“11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.”


-Estamos libres de la ley.


Romanos 7:6


“6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.


1 Juan 3:8,9


“8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.”


-Servimos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.


Romanos 7:6


“6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.


-Ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús


Romanos 8:1


1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”


-Hemos recibido el espíritu de adopción.

Romanos 8:15


“15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”


-Somos mucho más que vencedores por medio de él que nos amó


Romanos 8:37


“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”


-Hemos sido sellados con el Espíritu Santo de la promesa


Efesios 1:13


13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,”


-Hemos sido escogidos en Cristo.


Efesios. 1:4.


“4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”


-Dios obra en nosotros el querer como el hacer, por su buena voluntad.


Filipenses 2:13:


“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.


-Hemos entrado en su reposo.


Hebreos 4:3.


“3 pero los que hemos creído entramos en el reposo,...”


El nuevo pacto inaugurado con la muerte de Cristo en la cruz, da la oportunidad a los seres humanos a ser hechos hijos de Dios, regenerados por el Espíritu Santo, y, por tanto, nacidos de nuevo.


El cristianismo no se queda ahí, no es una mera teoría sino una forma práctica de vida, es una religión de amor porque se funda en Dios, y Dios es amor (1 Juan 4:8: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”). Los cristianos debemos y necesitamos amar, porque Dios nos ama, y ninguna vida puede realizarse y ser completa hasta que se desarrolle y madure en amor a sus semejantes.

Dios nos ha mostrado su amor en su Palabra y en nuestra vida diaria.


Dios nos amó primero, cuando éramos enemigos de Él.

Rom. 5:8


Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”


1 Juan 4:9-11.


“9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.”


Por tanto, “11 Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.”

Nadie debe vivir sólo para sí mismo.


Romanos 14:7-9


7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 9 Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.


El amor es un mandamiento de nuestro Señor Jesús.


“34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”


¿Es acaso el amor una obligación? ¿Y si quiero amar y no soy capaz de ello? ¿De qué tipo de amor estamos hablando? ¿Es el amor sólo un sentimiento?


El amor que los cristianos tenemos que tener y demostrar, es el amor ágape. Y no es tanto, un sentimiento como una decisión de la voluntad renovada por medio del Espíritu Santo en nuestras vidas.


Pedro nos dice lo siguiente: “8 Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.” (1 P. 4:8).


¿Por qué debemos amarnos?


“7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” (1 Juan 4:7).


“25 para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. 26 De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.” (1 Cor. 12:25-26).


¿Cómo se demuestra el amor?


Nuestras palabras pueden curar o pueden abrir heridas. Prov. 12:18: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina.”


Col. 3:12-15.


12 Vestios, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14 Y sobre todas estas cosas vestios de amor, que es el vínculo perfecto. 15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.”

Gál. 6:2


2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.”.


Gál. 5:14


14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”


Todo el evangelio demuestra que el Nuevo Pacto en Cristo es superior al Antiguo Pacto que ya ha caducado. El nuevo Pacto no se basa en el Decálogo como el Antiguo, sino sobre la realidad de Cristo y sobre mejores promesas, siendo muchas de ellas, como hemos visto, una realidad en nuestras vidas. Nuestra referencia no es el Decálogo del Antiguo pacto, no son unas tablas escritas, una ley externa a nosotros, sino la ley del amor escrita por Dios en nuestros corazones, que es muy superior a aquella, porque implica un sincero interés y preocupación por los demás.


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