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viernes, 15 de diciembre de 2006

¿Quién es Jesucristo para ti?

¿Tiene significado el cristianismo para nuestro tiempo?

Carlos Aracil Orts

Revisión de abril de 2005

El cristianismo es la única religión que da respuesta satisfactoria a los grandes interrogantes que todo ser humano se hace en algún momento de su vida. ¿Por qué todos tenemos que morir? ¿Por qué existe la maldad? ¿Por qué existe la enfermedad y el sufrimiento? A través de la Biblia encontramos ayuda para comprender los grandes misterios del mundo en que vivimos, y consuelo y razón para nuestra existencia.

En el primer libro de la Biblia, el libro del Génesis se nos relata que nuestros primeros padres decidieron, libremente, desobedecer el mandamiento de Dios, dudar de la veracidad e infinita bondad del Creador, y en su lugar, hacer caso al gran engañador, Satanás, la serpiente antigua. Como consecuencia de esa malvada acción, la primera pareja de la creación, rompe su armoniosa relación con el Creador y comienza su degradación espiritual. A partir de ese momento y hasta el fin del mundo, todos los seres humanos como descendientes de Adán y Eva, nacemos y vivimos con una naturaleza imperfecta, con inclinación hacia el egoismo y el mal. Espiritualmente separados y enemistados con Dios, incluso, en muchos casos, incapaces de creer que existe y que nos ama y se interesa por nuestro bien.

El problema de la entrada del pecado, el sufrimiento y la muerte en el mundo tiene su solución en Jesucristo. La justicia de Dios requiere la muerte del transgresor, pues sería injusto si Dios tratase al culpable como inocente. Con su magnifico Plan de Salvación, Dios es a la vez justo y misericordioso. Justo porque no puede pasar por alto el pecado sin su justo castigo: la muerte, y misericordioso porque perdona al pecador arrepentido. Dios, en la persona de su Hijo Jesucristo, se hace hombre, vive una vida perfecta sin pecado, y recibe el castigo por nuestros pecados: la muerte. Toda la humanidad ha pecado, por tanto merece la muerte eterna. Jesús, al ser Dios, y morir en nuestro lugar, se convierte en la justicia de Dios y en nuestra justicia. Esto quiere decir, que cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro redentor y salvador, dejamos de ser culpables ante Dios, pues el ha expiado nuestros pecados con su muerte sustitutoria o vicaria. De esta forma somos reconciliados y justos delante de Dios, recibiendo, por los méritos de Cristo, la vida eterna.

El apóstol Pablo, en su carta dirigida a la iglesia de Roma, en su capitulo 5 versículo 12 en adelante lo explica muy bien:

(12) “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (18) Así como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. (19) Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”

Y en la misma carta, capitulo 6 versículo 23 sigue diciendo: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Por tanto la salvación es un regalo que Dios hace a la humanidad que no la merece, pues si lo mereciese no sería regalo, sino retribución justa por nuestras obras. Que la salvación es sólo por la gracia de Dios sin obras, se hace evidente en la carta que el mismo apóstol citado antes dirigió a los Efesios capitulo 1:8,9, que dice: (8)“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe.”

¿Qué es Jesús para ti? Sólo puedo hablarte de lo que significa Jesús para mí. ¿Sigue teniendo sentido para la humanidad del siglo XXI la vida y la muerte de Jesús? Para mí Jesús es Dios manifestado en carne. El Dios-hombre que se hizo carne por medio de la virgen María, y que vivió y murió en este planeta para mostrarnos el carácter y plan de Dios para la salvación de la humanidad perdida.

Todo esto suena a tópico si no reconocemos nuestra condición como seres humanos ante Dios. ¿Cuál es esta condición o naturaleza del ser humano que precisa un Salvador? ¿Acaso estamos perdidos? Existen pruebas evidentes de que el planeta tierra camina incesamente hacia su destrucción paulatina: Catástrofes naturales por doquier, sequía y hambre, guerras, violencia y terrorismo en aumento inundan el mundo en que vivimos. Por otro lado, aunque la ciencia avanza rápidamente, no es capaz de dar solución a los problemas que se derivan de una falta de moral, de una moral relativista que se acomoda a los tiempos, dando lugar a un mayor alejamiento y separación de Dios. El ser humano está en rebelión con Dios y pretende ser autosuficiente, autonómo e independiente, negando la misma existencia de Dios.

Dios se ha revelado a este mundo perdido por medio de su Creación, de la conciencia del ser humano, de la Biblia, que es su Palabra y la revelación de su voluntad, y últimamente se ha revelado por Su Hijo Jesucristo, completando el maravilloso y magnifico Plan de Salvación. De manera que no tenemos excusa alguna, puesto que Dios no nos ha abandonado a nuestra suerte. Dios ha intervenido en la historia para rescatar lo que se había perdido.

Jesús no vino a salvar a justos sino a pecadores. ¿Cuál es, pues, la fundamental condición para que Jesús pueda salvarnos? Es evidente que si nos consideramos justos y buenos nos engañamos a nosotros mismos, pues La Biblia nos declara en la carta escrita por el apostol San Pablo a los Romanos capitulo 3 versículo 10 que “No hay justo, ni aun uno”.

En esta época en que vivimos se considera al cristianismo superado, se habla de “poscristianismo”, y está mal visto hablar de pecado, o considerarse pecador. Sin embargo, ésta es la naturaleza del ser humano, es imperfecto, injusto y pecador. Ninguna obra buena podemos realizar para hacernos justos, para rehabiltarnos ante Dios por nosotros mismos. Si esto fuera posible, innecesaria hubiese sido la vida de Cristo, de perfecta obediencia a Dios y su muerte y resurrección.

Por su naturaleza Dios es justo y misericordoso. Así Dios, por su justicia, no puede considerar al culpable, inocente, sino que ha establecido que “la paga del pecado es muerte mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). El plan de salvación concebido y diseñado por Dios antes de la Creación del mundo, consistió en que Dios se entregó a si mismo en la persona de Jesús para que sufriese el castigo que nos corresponde a cada uno de nosotros. De esta forma, la retribución que merecemos los seres humanos como transgresores de la Ley de Dios, recae sobre un Ser sin pecado que paga con su muerte nuestra deuda.

Al creer en Cristo como nuestro salvador Dios nos perdona, y nos atribuye la justicia que Cristo ganó con su vida de perfecta obediencia al Padre y con su muerte vicaria. Es decir, somos reconciliados con Dios y hechos justos ante Él por los méritos de su Hijo. Desde ese momento Dios nos restaura dándonos el nuevo nacimiento o regeneración espiritual, y aunque seguimos siendo imperfectos y pecadores ya no deseamos pecar sino agradar a Dios y hacer su voluntad. De esta manera, tenemos paz para con Dios, pues nuestra deuda está saldada por Cristo, y nuestra salvación está asegurada, pues somos adoptados como miembros de la familia celestial, somos hijos de Dios, y nada nos puede separar del amor de Dios en Cristo. Romanos 8:35-39. “(35) ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

(38) Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, (39) ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bendiciones hermano. Felicitaciones por su testimonio, y a Dios la gloria por su maravilloso don de la gracia en Cristo Jesus. Adelante.
Haroldo Camacho
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